Todos sabemos la importancia de beber agua en nuestro día a día para estar correctamente hidratados, ya que no sólo somos lo que comemos, sino también somos lo que bebemos.
Lo que no todo el mundo sabe es que no solamente es importante la cantidad de agua a ingerir sino también su calidad, y ¿de qué calidad es el agua que bebemos?
Se podría decir que un agua es de calidad atendiendo a varios factores:
- Que no esté contaminada es primordial, lo que significa que no contenga sustancias nocivas para el organismo. Muchas aguas que provienen de los depósitos contienen pequeñas cantidades de metales, más cloro del adecuado, o incluso bacterias que no son beneficiosas para el correcto funcionamiento del cuerpo.
- Que el agua sea alcalina, esto quiere decir, que esté cargada de electrones (Energía negativa) y no de protones (Energía positiva) lo que haría que el agua fuera ácida. La mayoría del agua que consumimos es ácida, y sin embargo debería ser alcalina puesto que, además de poseer minerales como calcio o potasio, cuenta con un pH superior a 7 que nos ayuda a eliminar ácidos del organismo.
Normalmente el agua se mineraliza de forma natural cuando precipita a la superficie. Por lo tanto, esto quiere decir que los elementos que contenga dependerán de la zona donde se encuentre (composición del terreno, biomasa, condiciones hidrológicas…) y las condiciones climáticas. Posteriormente, en la etapa de procesamiento artificial de agua, también se incorporan ciertos elementos, como nutrientes minerales (Zinc, calcio, manganeso, fosfato y sodio).
A pesar de que los procesos de filtración y desinfección eliminan una gran parte de los agentes dañinos que estarían presentes en el agua, hay una cantidad que quedan en el agua que nos llega a nuestros hogares, así como la presencia de los mismos químicos que se utilizan en la desinfección, que también pueden ser nocivos ya que se utilizan en una mayor cantidad de la necesaria.
Las impurezas admisibles en el agua para que esta sea potable están reguladas por el Real Decreto 140/2003, en él se establecen los criterios para que el agua sea de consumo humano. En este Decreto se enumeran los valores permitidos de las “sustancias no deseables”. Esto quiere decir, de elementos tales como el hierro, el amotino, el cobre o el bario, así como de otras sustancias tóxicas como el cianuro, arsénico, cromo o níquel.
Lo que esto significa es que está permitido que las sustancias tóxicas estén presentes en el agua que consumimos siempre que no superen los valores máximos.
Cada vez más médicos y científicos de todo el mundo empiezan a denunciar la cada vez más baja calidad del agua, denunciando que muchas veces está desestructurada y contaminada incluso por los propios productos que se utilizan para depurarla.
Surge por tanto la necesidad de tener un proceso de filtrado en cada casa para que estos elementos presentes en el agua “supuestamente potable” no nos afecten.
Cuando utilizamos un filtrado no sólo notamos la diferencia en el sabor, ya que se nota de forma evidente la eliminación del sabor del cloro y otros químicos.
También se evita ingerir algunas bacterias que producen enfermedades y que han sobrevivido al tratamiento con cloro. Así como otros metales pesados como puede ser el plomo presente en el agua.
Hay muchos tipos de filtros con métodos diferentes:
- Filtro de carbón activado
Cómo funciona : Carbón con carga positiva en el filtro que atrae y atrapa muchas impurezas, eliminando malos sabores e incluso el cloro. - Suavizante de intercambio de cationes
Cómo funciona : «Suaviza» el agua dura cambiando minerales con una carga positiva fuerte por uno con menos carga, eliminando calcio, magnesio, bario y algunos otros iones perjudiciales. - Destilador
Cómo funciona : Hierve el agua y recondensa el vapor purificado, eliminando metales pesados (cromo, cobre, cadmio, plomo, mercurio, arsénico…) - Ósmosis inversa
Cómo funciona : Una membrana semipermeable separa las impurezas del agua, eliminando casi todos los contaminantes (metales pesados y parásitos) - Desinfección ultravioleta
Cómo funciona : La luz ultravioleta mata las bacterias y otros microorganismos como parásitos y virus dañinos.